En el siguiente enlace podéis leer una entrevista sobre la leyenda negra
“LA PROPAGANDA CONTRA FELIPE II FUE MUY EFICAZ”
ENTREVISTA
El historiador Enrique Martínez Ruiz continúa desmadejando en su nueva biografía la personalidad del rey y las circunstancias con que lidió
Con Felipe II, el personaje ha devorado a la persona. A lo largo de mucho tiempo, su figura encarnó a la España más negra, la del fanatismo católico y la Inquisición. En la actualidad, las aportaciones de la historiografía permiten una visión mucho más ecuánime. Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, es uno de los especialistas que mejor conoce al Rey Prudente. Lo demuestra en Felipe II (La Esfera de los Libros, 2020), un trabajo hercúleo fruto de toda una vida de investigaciones.
No se trata de una biografía convencional de tipo cronológico. El autor prefiere dividir su estudio en tres grandes bloques dedicados al hombre, al rey y al mito. En la línea de la Escuela de los Anales, su misión no es juzgar, sino comprender y hacer comprender. Ha tenido en cuenta, por supuesto, los acontecimientos políticos de la época, pero también ha prestado mucha atención a otras facetas de su protagonista, como el mecenazgo artístico o la devoción religiosa. Nos introduce así en las coordenadas de un monarca complejo y a menudo contradictorio, capaz de mostrar una profunda fe y a la vez practicar un implacable culto a la razón de Estado.
Para unos, Felipe II es el Rey Prudente. Para otros, el Demonio del Mediodía. ¿Ha conseguido la historiografía alejarse de los estereotipos?
El enfrentamiento hagiográfico y denigrante que entrañan las leyendas áurea y negra hace tiempo que historiográficamente se ha superado, sobre todo por el reconocimiento generalizado de que la Leyenda Negra es un cúmulo de inexactitudes y falsedades, que ha manipulado y extremado los hechos que le dan pie.
¿Cómo influyó sobre Felipe II la sombra de su padre, Carlos V?
Carlos V fue para Felipe II un “padre lejano” por su constante viajar. Pero tan intermitente relación no impidió que Carlos fuera fundamental en la educación política y cortesana de Felipe y que este sintiera tanto afecto como admiración por su progenitor, si bien su influencia sobre la política filipina se limita a los primeros años del reinado, cuando el ya rey ha de afrontar los problemas no resueltos por su padre. A partir de la década de 1560, la política filipina tiene su propia dinámica, diferente de la carolina.
¿A quién admiraba?
Admirar, lo que se dice admirar, sería su padre la única persona a la que admiró. Tal vez en su niñez y adolescencia sintiera algo parecido a la admiración por su ayo don Juan de Zúñiga, un excelente caballero que fue abriendo el camino del príncipe desde la niñez a la adultez.
En su libro cuenta que, cuando interrumpió su relación con Isabel de Osorio, el rey le regaló dos millones de maravedíes. ¿Cómo podemos interpretar este gesto?
Isabel de Osorio fue la primera amante del rey de la que tenemos noticia. Fue una aventura amorosa en plena juventud. Su relación con Felipe fue tan conocida que ya no se casó. La donación real era una de las maneras que los soberanos tenían para favorecer a amigos, protegidos y servidores. Isabel vivió con gran desahogo el resto de su vida en su palacio de la Saldañuela, una villa cerca de Burgos.
¿Felipe II es el rey más trabajador de la historia de España?
Yo creo que sí. Su capacidad de trabajo era asombrosa. En ocasiones señalaba en sus cartas que ya no podía aguantar más, que los ojos se le cerraban de sueño. Se ha calculado que diariamente llegaba a ver cuatrocientos asuntos. Todo lo veía, todo lo analizaba y solía poner anotaciones de su puño y letra en los papeles que estudiaba.
Si Felipe II era rey de Castilla, Aragón y otros territorios que solo tenían en común su persona, ¿por qué le denominamos “español”?
Porque la proyección exterior de ese conjunto de territorios era unitaria. Los italianos fueron de los primeros en utilizar el nombre de españoles para referirse a los que llegaban desde la península Ibérica, la Hispania romana. Por otro lado, los ejércitos de la monarquía hispánica eran un mosaico de nacionalidades, donde militaban flamencos, valones, alemanes, suizos, irlandeses, italianos… y españoles. No se hacían distinciones en el contingente que ellos formaban si se trataba de castellanos, aragoneses, navarros y demás.
Se acusa a Felipe II de guiarse por intereses dinásticos y no nacionales. Pero ¿puede decirse que las contiendas en territorios lejanos servían para evitar ataques a la península?
En cierto modo, sí. De hecho, en los momentos cruciales de la sublevación flamenca, algunos cortesanos manifestaron que si se tenía la guerra lejos estaba más segura la integridad territorial peninsular. Era claramente preferible la guerra fuera que en casa, pues las consecuencias negativas (destrucciones, mantenimiento de las tropas, saqueos y demás desenlaces dramáticos de la contienda) afectarían al escenario donde se desarrollaba el choque de los ejércitos.
El rey en aquella época tenía que gobernar cada uno de sus territorios desde el respeto a sus peculiaridades. ¿Se anticipó la monarquía de los Austrias al federalismo actual?
Yo diría que, si no en la teoría, en la práctica sí. Cada reino tenía sus propias instituciones, legislación, moneda y, en algunos casos, como en los componentes de la Corona de Aragón, unos fueros que acentuaban su propia personalidad y constituían una especie de valla que el poder real tenía que tener en cuenta a la hora de aplicar sus atribuciones.
Hay un lienzo de Tiziano, Venus y Adonis, en el que los rasgos de Adonis parecen los de Felipe II. ¿Qué pretendía el rey haciéndose representar en una escena de la mitología pagana?
También se ha dicho que Venus representaba a Isabel de Osorio, con lo que el cuadro vendría a ser una alegoría de la separación de los dos amantes, una especie de reconocimiento por parte de Felipe II de su amor y de lo que suponía separarse de su amada.
Se acostumbra a presentar a la España imperial como incompetente en cuestiones navales. ¿Corresponde esta imagen con lo que sucede en tiempos de Felipe II?
En manera alguna. La construcción naval en la costa cantábrica era magnífica. Las atarazanas sevillana y barcelonesa eran astilleros tan activos como eficaces. Otros centros de construcción estaban repartidos por el litoral peninsular y en algunos lugares de América, como La Habana.
Un imperio como el español, repartido por las tierras y mares conocidos, tenía necesariamente que cuidar la construcción naval y lo hizo con eficacia, lo demuestra el que mantuviera flotas y armadas en el Mediterráneo, el Atlántico, el Caribe y el Pacífico.
¿Por qué un monarca tan católico, que se consideraba el defensor por antonomasia de la religión, no duda en enfrentarse al papa cuando le parece oportuno?
Los papas del Renacimiento eran soberanos con apetencias políticas y participantes activos en las relaciones internacionales. En esa dinámica, el Pontificado podía ser un enemigo potencial en determinadas coyunturas, alineándose en el bando contrario a los intereses españoles. En ese caso, Felipe II mostrará abiertamente sus discrepancias.
¿Cómo se explica que un hombre tan religioso se interesara por la astrología y el esoterismo?
Como a otros muchos contemporáneos, a Felipe II le interesó la ciencia en su más amplio sentido, y vertientes de esa ciencia eran la astrología, el esoterismo, la alquimia…
Felipe II le recomendó a su hijo y heredero, Felipe III, que sufriera las adversidades “con buen ánimo” y pensara que las tenía merecidas. ¿Predicó él mismo con el ejemplo?
La forma en que Felipe aguantó su decrepitud física y soportó las dolencias que le afectaron en sus últimos meses fue un ejemplo de resignación y estoicismo, y en ese sentido aleccionó a su hijo en más de una ocasión, empleando frases como la del enunciado y otra, aún más significativa, que le dijo, entre otras cosas, cuando se encontraba al limite de su postración y decrepitud: os he llamado para que veáis “en qué queda todo”.
¿Fue Felipe II un rey querido por sus vasallos?
No lo fue especialmente. La solemnidad de la majestad, la “lejanía”, la adustez que reflejaba su figura no hacían de él una persona atractiva. Si a esto añadimos que las dificultades económicas, las bancarrotas y una fiscalidad asfixiante incidieron duramente en el reino. Hasta el punto de que uno de los embajadores venecianos refirió que, a finales del reinado, entre la gente corría el dicho: “Si el rey no acaba, el reino acaba”.
La leyenda negra se impuso. ¿Por qué un soberano tan poderoso perdió la batalla de la propaganda?
La Leyenda Negra creó una imagen del rey que alcanzó una gran y duradera difusión, compuesta por infundios, inexactitudes y acusaciones de fuerza realmente impactante, que se aceptaron como paradigmáticas, no solo del rey sino también del pueblo español, duramente denigrado igualmente. La propaganda en contra del rey fue muy eficaz.
En cambio, la leyenda rosa –yo prefiero llamarla áurea– no tuvo esa fortuna, pues careció de la fuerza y la constancia de su rival. Sus imágenes querían exaltar la verdad y el compromiso real con unos ideales trascendentes, pero no podían competir en eficacia con las difundidas por la otra leyenda antagónica. Y eso que el rey tuvo defensores tanto en Francia como en Inglaterra, en los ambientes católicos, y, por supuesto, entre los españoles, aunque las mejores apologías del rey se publican después de su muerte.
LA REVUELTA DE 1640 Y LA REPÚBLICA CATALANA
LA GUERRA DE 1714 FUE DE “SUCESIÓN”
LOS MITOS DE 1714
La lucha por el trono no enfrentó a Cataluña con el resto de España, ni los catalanes fueron todos durante todo el tiempo antifelipistas.
Hubo una Cataluña borbónica (Cervera, Berga, Manlleu, Ripoll, Centelles), como también un Aragón y una Valencia borbónicas. Cuando Barcelona fue finalmente tomada por los austracistas en 1705, salieron de la ciudad 6.000 borbónicos.
Los catalanes inicialmente no fueron antifelipistas. Los elogios de los catalanes a Felipe V con motivo de su llegada a Barcelona para las Cortes de 1701 y 1702, salpican la literatura de estos primeros años de su reinado. Es más, se casó en Cataluña con su primera mujer, María Luisa Gabriela.
El cambio de Cataluña en 1704-5, se debió sobre todo a que la burguesía comercial catalana creyó que sus intereses se conjugaban mejor con la política económica de los aliados (prohibición de entrada de manufacturas francesas, así como de las exportaciones de lanas a Francia, concesión del puerto franco de Barcelona, instalación de artesanos extranjeros en Barcelona…).
A partir de la batalla de Almansa, con victoria borbónica, Valencia y Aragón van a perder sus fueros, resistiendo únicamente Cataluña. Desde 1707 el austracismo ya solo existe en Cataluña, y desde 1712 sólo en Barcelona y sin cabeza legal representativa.
El archiduque Carlos se va a Viena en 1711 para convertirse en emperador (Carlos VI), quedándose solo Cataluña frente a Felipe V. El patetismo de la situación lo demuestra que los catalanes llegaron a buscar una alianza con los turcos.
Giro en la política internacional:
Carlos quería ser rey de España, no de Cataluña; por eso, la posibilidad de ser emperador le resultó muy liberalizadora. Tras la coronación, la política internacional dará un gran giro: Inglaterra y Holanda se desinteresaron de la guerra. A Inglaterra sólo le interesaba el comercio con las colonias, conseguido en el Tratado de Utrecht con el navío de permiso y el derecho de asiento. El propio emperador también evolucionó: en 1712 proponía que Cataluña se convirtiera en una República libre. Un año más tarde sacaba sus tropas de Cataluña, aunque reivindicaba la conservación de los fueros.
Barcelona fue bombardeada desde abril hasta septiembre. El 11 de septiembre de 1714, las tropas de Felipe V culminaron su asalto a la ciudad de Barcelona. Los austracistas tuvieron 6.850 bajas mientras los borbónicos tuvieron 14.200. El legado político de la Guerra de Sucesión fue la supresión de las “constituciones” catalanas y el gobierno de los capitanes generales; la imposición del catastro y la supresión de las universidades catalanas y la creación de la Universidad de Cervera.
La fiesta del 11 de septiembre se empezó a celebrar en 1891, con homenajes anuales a la figura de Casanova.
En torno al 11 de septiembre de 1714 han proliferado muchos mitos. El primero gira en torno a la biografía de Rafael Casanova, presunto héroe del 11 de septiembre, eje sobre el que gira la fiesta nacional catalana. Sin embargo, la biografía real de Casanova tiene poco que ver con el mito. Fue consejero tercero en el Consell de Barcelona. Su trayectoria es prácticamente desconocida durante la guerra En noviembre de 1713 es elegido conceller en cap de la ciudad de Barcelona. Colaboró activamente en la defensa de la ciudad, aunque en los últimos días del sitio era partidario de la negociación. El 14 de septiembre dictó un bando de convocatoria a las armas de todos los barceloneses mayores de 14 años para la defensa de la ciudad.
En el enfrentamiento con el enemigo fue herido en un muslo. En 1715 ejercía de abogado en Barcelona. Una vida poco heroica, más allá del día en que fue herido. Ni antes del 14 de septiembre ni después, la figura de Casanova representa lo que se le atribuye: la épica resistencia a los borbónicos.
En un escrito el 1728 se queja de haber sido calumniado, haciendo correr la voz que su mujer e hijos se habían pasado al partido borbónico durante el sitio.
El papel del Consell del Cent: La resistencia de Barcelona se explica por una singular confusión de los deseos con la realidad, una confianza excesiva en los aliados y una fanatización religiosa extrema. La Generalitat no fue suprimida por lo borbónicos, sino por el Consell del Cent en pleno mandato austracista.
Muchos de los austracistas resistentes en Barcelona no eran catalanes, sino exiliados valencianos o aragoneses. Muchos de ellos defendieron la ciudad en nombre de las “libertades españolas”. Buena parte de los catalanes se integraron en el sistema borbónico: comerciantes célebres austracistas comenzaron a colaborar con comerciantes borbónicos.
La Nueva Planta en Cataluña, con la supresión de los fueros en 1716, es el resultado de la victoria militar del borbonismo sobre el austracismo. Además de esta circunstancia, en los decretos subyacen dos realidades evidentes: hubo un delito de lesa majestad, de desobediencia al monarca al que se había jurado lealtad, de rebelión de los súbditos, lo que en la concepción de las monarquías absolutas europeas de la época legitimaba el derecho de conquista. Hubo anteriormente un fracaso previo de la España horizontal del último Austria, como en 1640 fracasó la España vertical del Conde-Duque de Olivares. A finales del XVII estaba en cuestión la España horizontal reivindicada por los catalanes por los problemas de gobernabilidad que la misma suponía. La amenaza del reparto del territorio hispánico en esos años finales del XVII es patente.
El contenido político de la Nueva Planta responde a la conjunción de un doble proyecto de distintas raíces: el castellanizador olivarista el uniformizador a la francesa. De hecho, la propia Castilla sufrió el cambio de sus estructuras tradicionales por las francesas. Pero tampoco fue la aplicación del modelo centralista a la francesa: se mantuvieron múltiples restos del viejo sistema foral: se mantuvieron, por ejemplo, el derecho civil aragonés y catalán y no se cumplió el principio de la priorización de los méritos sobre el origen territorial.
Los Decretos fueron muchos más duros en Aragón y Valencia (reciente la victoria de Almansa), con la supresión definitiva del Derecho civil en Valencia, que en Cataluña y Mallorca.
Con Felipe V nació una nueva España: la Nueva Planta desmanteló los fueros, desaparecieron las instituciones históricas propias de los reinos (Cortes, diputaciones, administración fiscal particular, se suprimieron las reservas de “naturalización”, que limitaban la libertad del rey en la elección de sus propios agentes, imponiéndole “naturales” de cada reino. Se trataba de hacer de España una sola monarquía en la que todos los súbditos quedasen sometidos a un régimen común, a unas mismas leyes y a una sola Administración. Hay una verdadera voluntad de uniformar, de construir un estado centralizado, con un sistema muy militarizado.
Con Carlos III el centralismo se acentúa (disposiciones represivas contra el catalán en 1768
El Decreto de Nueva Planta para Cataluña: La Guerra de Sucesión fue la ocasión para resolver la cuestión del encaje político entre los diversos bloques de la monarquía compuesta. En un principio, Felipe V no debió tener ninguna voluntad de modificar la situación existente a su llegada, por lo que es posible que, de haber ido las cosas de otro modo, tal vez nunca se hubiera planteado una solución radical al poner en práctica la política de uniformización y centralización consustancial al absolutismo ilustrado. La Nueva Planta para los territorios de la Corona de Aragón, se decretó al calor de un conflicto bélico que implicó la invasión del suelo español por tropas extranjeras en connivencia con el partido austracista victorioso en los reinos orientales, lo que explica la voluntad punitiva y el fundamento en el derecho de conquista de la reforma constitucional.
El nuevo sistema institucional se basa en la autoridad del capitán general. Por su parte, la autonomía municipal, tan arraigada en la Corona de Aragón, fue sometida a una drástica revisión: todos los cargos eran designados por la autoridad real, imponiéndose el sistema castellano de los corregidores, que trajo consigo una nueva división territorial del principado.
Se suprimieron las cortes, y las Diputaciones de Cortes y se llevó a cabo una cierta castellanización idiomática, siendo privilegiado el castellano frente al catalán. Los Decretos de Nueva Planta supusieron la supresión de las instituciones tradicionales, la represión sobre la población desafecta y el carácter punitivo de su implantación. Sin embargo, esto no se produjo por un capricho real, sino como consecuencia de un enfrentamiento con unos súbditos que habían quebrantado un juramento de fidelidad (Cortes de 1701-02), un hecho de la máxima importancia dentro del ordenamiento jurídico y de la cultura política del A. R. Estos decretos serán el último capítulo de la consolidación del absolutismo en la Corona de Aragón, un proceso común a toda la Europa Moderna. Este rey, que abolió los fueros, fue el mismo rey que debe vincularse al probado despegue económico, social y cultural de Cataluña en el siglo de las luces
CARLOS III, UN REY QUE NOS VINO YA ENSEÑADO
Autor: Pedro Fernández Barbadillo
En el siguiente enlace podéis ver comentada la obra de Van Loo, "Retrato de la familia de Felipe V"
En este otro, un documental sobre la nueva dinastía de los Borbones y Felipe V
La nueva España de los primeros Borbones: Felipe V
En el último enlace, un documental sobre el reinado de Carlos III